Por Analía Claudia López - Docente
Recibí una invitación para participar de una visita guiada a la ESMA. Me interesó de inmediato y accedí a concurrir, sería un viernes de mayo de 2011, concurriría con un grupo de docentes y tenía mucho interés por conocer el lugar y una parte de nuestra historia reciente.
Llegó el día, con gran expectativa, curiosidad y emociones a flor de piel recorremos la ESMA, el casino de oficiales, la capucha, la capuchita, las salas de torturas, las de embarazadas, la pecera… y escuchamos las historias de horrores que el guía relataba.
La capucha está en el altillo del Casino de oficiales, funcionó del 76 al 83, allí con esposas, grilletes, capucha, acostados sobre finas colchonetas, separados por maderas, sin poder hablar, con escasa comida y frío, permanecían durante los meses que los mantenían con vida, los detenidos.
Luego, terminaban con ellos en los llamados vuelos de la muerte, mientras los argentinos continuábamos con nuestra vida habitual... Era el año 78, año del Mundial, iba a séptimo grado de la escuela 21. Sabía que algo pasaba, no salíamos mucho, a la noche poníamos colchones contra las ventanas que daban a la calle porque, a veces, se escuchaban tiros.
A dos cuadras de mi casa, balearon el frente de un chalet, vi los agujeros de balas, y ya no volvimos a ver a esa familia, yo los conocía, eran dos chicos grandes que estudiaban en la facultad, el padre y la madre.
El guía continúa explicando cómo torturaban a los detenidos, nos muestra las habitaciones para las embarazadas a partir del séptimo mes. Allí, tenían sus hijos y les pedían que escriban una carta y datos del familiar al que le entregarían al bebé. ¡Mentiras!. Al nacer, la madre se despedía feliz por salvar a su hijo y los captores lo entregaban a una familia conocida por ellos, muchas veces militares o familiares, y mataban a la madre.
Sigo, silenciosa y meditando cada palabra que escucho, cuesta creer tanto horror. ¡Pobre gente! ¡Pobres familias! Pienso en las madres y abuelas de Plaza de Mayo.
Me dirijo a la escuela, jamás falto a clases. Hay mucha gente en la esquina, policías, patrulleros, vecinos…
-¿Qué pasa? Le pregunté a mi mamá.
-¡No sé! , crucemos la calle.
No vi nada, pero lo intenté y divisé gente tirada en el piso. Mamá nos dejó en la escuela a mí y a mi hermanito. Hablando con una compañera, me enteré de lo ocurrido, habían matado a tres personas, dos hombres y una mujer, la mujer estaba embarazada y le abrieron la panza con tiros de una ametralladora. "Algo habrán hecho" fue el comentario final de mi amiguita.
El guía, profesor de Historia, nos dice que muchos miraban para otro lado y decían: "Algo habrán hecho", otros civiles también fueron cómplices y proveían datos, por ejemplo, los directivos de Peugeot, Ford.
El gran distractor fue el Mundial 78 y su lema, reiterado en los medios por José María Muñoz, era “los argentinos somos derechos y humanos”. ¡Qué alegría! ¡Cuántos festejos! Sucedió algo increíble, formados en el patio esperábamos a la Directora, tan seria siempre, para que nos salude, la vimos salir envuelta en una Bandera Argentina y gritó: ¡Viva Argentina! ¡Qué bueno! ¡Todos empezamos a saltar y festejar!
La noche anterior, fuimos con mi papá, mi mamá y mis hermanos al Obelisco a festejar el triunfo. ¡Argentina campeón mundial de fútbol! Bocinas, cornetas, festejos…
Más datos, en la ESMA estuvieron detenidas aproximadamente cinco mil personas, sólo sobrevivieron doscientas.
Concluye la visita y nos vamos en silencio, meditando, con un frío que llega hasta los huesos y nos recorre el cuerpo, como cuando imaginé a la embarazada con la panza abierta por la ametralladora.
1 comentario:
Cuando pensamos en la posibilidad de hacer estos viajes, la recepción de parte de los compañeros,no dudábamos de lo necesario de hacerlo... pero no imaginábamos la huella que empieza a dejar en los compañeros. la repercusión positiva de este viaje a la memoria.
notamos en la historia personal de los compañeros el eco interminable del pedido de justicia, este avanzar con pretensiones de cerrar la etapa mas dura de nuestro país con el aprendizaje de la importancia de nuestra democracia parida en Malvinas, con nuestros chicos, otra vez.
un saludo a todos los compañeros que forjaron y colaboraron con este proyecto, a los militantes de las agrupaciones Marechal y Granate, a la agrupación Maestro Iglesias que se suma con empeño, y la dirección de educación del municipio que nos facilita las herramientas para llevarlo a cabo, como a todos los compañeros que con el boca en boca fueron sumándose para ser parte de esta historia.
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