miércoles, 1 de julio de 2009

El “error” de ser pobre

Hoy comienza el mes de julio, con panzas vacías, con frio sin abrigo, con pies húmedos y una “calefacción” precaria, que puede matar por sus emanaciones o quemar la casilla, cuántas veces con nenes solitos adentro.

Y encima la gripe, la neumonía, la tuberculosis, antes el dengue.

Qué error ser pobre en un país donde el llamado a un celular hace que la emergencia sanitaria se borre del orden de día del Congreso Nacional.

A quién se le ocurre ser niño en un país donde ir a la escuela es una aventura de riesgo, porque no se cuenta con lo elemental para la higiene o evitar los contagios.

Cómo se les puede ocurrir enfermarse cuando el sistema de salud no tiene remedio.

Será un julio largo, atípico. Un mes entero fuera de la escuela. Sin el platito de comida caliente del mediodía, la leche, la factura o la fruta. Con un bolsón de alimentos “no perecederos” para cocinar quién sabe cómo y adonde. Sin la seño atenta para informar si hay enfermos, o encontrar el camino para resolver un par de medias o un medicamento, sin gabinete, sin red.

Claro, extender el receso puede ser inevitable, pero mucho más barato que resolver el hambre, la salud, las condiciones para enseñar y aprender.

Habrá que pelear para salir del “error”, “error” que tiene culpables que no son precisamente pobres. Porque así como las calamidades no esperaron a que pasaran las elecciones, tampoco las necesidades van a esperar a que pase el receso.

Walter Ormazábal

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