El paro del martes 31 es una medida de los gremios del transporte sobre el que se montaron, de manera oportunista, la “cgt” de Moyano y la “cta” de Micheli. Un paro de los gremios del transporte (no todos) justo cuando se está debatiendo la reestatización de los trenes con la creación de la empresa “Ferrocarriles Argentinos”. Discusión que está precedida de la renovación del parque ferroviario y la recuperación de ramales.
Este paro es de un nivel de desprecio por la historia del Movimiento Obrero Argentino que indigna. Muchos de los dirigentes que aparecen a la cabeza de este despropósito fueron parte de la lucha contra la entrega menemista. Muchos también se volvieron empresarios con las políticas de los noventa.
Es un paro que nada tiene que ver tampoco con el reclamo por el “impuesto a las ganancias” que sería su principal motivación. Más bien apunta a la subsistencia política de un grupo de dirigentes mal parados frente a las elecciones nacionales.
Sin dudas, la discusión del llamado impuesto a las ganancias no puede seguir dilatándose, en el marco de un debate más amplio respecto de una necesaria reforma impositiva integral que dote al estado de los recursos necesarios para satisfacer todos los derechos sociales, pero cargando el peso de la misma sobre los sectores empresarios y rurales más concentrados.
Muchos trabajadores se verán obligados a no asistir a sus lugares de trabajo, pero creo que la mayoría sabrá expresar que la Nacionalización de los Ferrocarriles es un anhelo que, cuando se concrete, habrá dado vuelta una página clave en el libro de las calamidades que nos dejó el neoliberalismo.
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